12 de mayo de 2007
Hersbruck, Jena, Berlín, de atrás adelante (y 3)
1ª Estación
Recuerdo cómo se reían Antje y Siggi cuando me vieron llegar al aeropuerto de Múnich con gabardina y botas, y les confesé que además tenía guardado un miniparaguas de esos plegables en la maleta. El 28 de abril, mientras en Madrid llevaba una semana diluviando, en medio de Europa reventaba una primavera descarada, digna de los peores presagios de Al Gore. Iberia nos retrasó una hora y media y gracias a amigas como ella, y al cambio climático que a pesar de todo pone a la gente de buen humor -porque hay que tener buen humor para ir a recoger a alguien de madrugada a 150 km- , no tuve que tirarme a pasar la noche en un banco del aeropuerto, todas la conexiones con Núremberg y Hersbruck perdidas a esas horas ya.
Ahora que se me está pasando la resaca del viaje y escribo en último
lugar lo que disfruté en primero, me doy cuenta de que las cosas se van poniendo en su sitio. Por allí vuelve a hacer malo, nublado y lluvia, como corresponde, por aquí el sol empieza a picar, como corresponde, y yo vuelvo a mi rutina menos excitante y más prosaica, como sin duda corresponde.

¿Qué fue excitante de este viaje? En primer lugar, comprobar con agrado el cariño que se mantiene a pesar de la distancia, de unos y otros amigos mantenidos o recuperados, de otros recién conocidos, del país en conjunto que proporciona esa seguridad y entusiasmo de sentirse de fiesta en tu casa adoptiva. Por otro lado, el hecho incontrovertible de poder disfrutar sin trabas de una fiesta así: para fiestas, Antje es la reina absoluta y siempre me sorprenderá su capacidad de agradar al prójimo hasta en los más pequeños detalles.

Solo alguien como ella es capaz de alquilar esta casa, rellenarla de ilusión y miles de provisiones, organizar hasta el último pormenor dos días completos de celebración y armonizar invitados en diversas lenguas. Creo que todo el tiempo y esfuerzo que le llevó preparar algo así -intendencia de lujo, varias propuestas de excursión, traslados y organización nocturna- le compensó ampliamente:
si a mí se me reúnen más de treinta amigos que acuden de diversas partes del mundo para celebrar mi cumpleaños y encima la mayoría se quedan riéndose y bailando hasta las tres de la mañana, en fin, doy por buena la paliza, el extra de pan que he comprado y las horas de sueño perdidas, pero igual pierdo un poco la sonrisa por la mañana. Antje no, nunca.

La mañana posterior (¡noooo! de la fiesta no tengo fotos buenas...) hubo quien se ocultó tras las gafas por la resaca, hubo quien empleó su tiempo de manera práctica y unos cuantos más continuamos con la sana costumbre primaveral de los Wanderung y posterior descanso en, señores, observen qué pradera. (La foto de Pedro y su batín no la pongo, ¡lo prometo!)




Creo que esta experiencia habría que repetirla todos los años (la próxima vez llegaré una semana antes para los preparativos, Antje, ¿estás dispuesta?)

Os dejo también una foto del bonito Hersbruck para todos los que no lo conocéis.




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Lo pensó A. a las 23:39 | Enlace a la entrada |


1 Comentarios:


  • At 6:11 p. m., Anonymous Anónimo

    ¡Vaya viajes te pegas, hermosa! Me han entrado hasta ganas de visitar Alemaña. Saludiños!