Debería, como mínimo, atender a mis compromisos autoimpuestos. Es una mala costumbre que tengo, rodearme de compromisos que normalmente tienen que ver con favores a amigos, lecturas de relatos ajenos, atenciones a problemas logísticos o de salud y cosas así. Los compromisos que tengo conmigo misma los suelo dejar para lo último, incluso en ocasiones para nunca -son básicamente compromisos físicos y alguno que otro laboral también-. En vez de atender a unos u otros, me dedico a bucear por la red, pero de forma selectiva, eso sí.
Yo, que soy muy intensa, estaba encantada leyendo a Borja Cobeaga. Tanto, que ni siquiera había reparado en que la última entrada de su blog es de diciembre de 2007. Lo que había en su página y sobre todo, los enlaces a otras columnas periodísticas suyas deliciosas, que pueden hablar tanto de los libros recomendables para leer en el baño como del chauvinismo vasco, por sí solas me valían la pena.
Charlé con él brevemente de su futura nueva película en la gala de entrega de premios del Notodofilmfest (¡fiasco, fiasco!) y él mismo alucinaría de que fuera su seguidora. Le he buscado y me he metido en su blog más que nada por curiosidad, pues su talante de guionista de humor siempre me ha dado mucha envidia.
Borja me gusta y no lo sabía. Que sus cortos y programas me hacían gracia, eso lo tenía claro. No lo conocía como cronista, ni como cronista de sí mismo, ni como cronista socioobservador. Somos de exactamente una década de diferencia y sin embargo observo puntos inquietantes de contacto (quién se debería inquietar más, no lo sé), como aquel sobre los achaques de la edad, que él aborda sin disimulo y hasta con regodeo y yo sin embargo procuro evitar o al menos, disimular en forma de síntomas de personajes de relato. Lo mejor de todo es que yo desde aquí y anónimamente puedo hacerle un poco la pelota gratuitamente, porque de todas (otras) maneras no se enteraría.
Además de lo que Borja mantiene accesible por la red, hay otros cuantos blogs a los que soy asidua, como los de Carolina Aguirre o el de Donato Cavallini. Ambos me producen una mezcla insoportable de deleite y envidia, que debido a mi mala educación poco laica puede incluso contener retazos de culpabilidad. Me ocurre que, cuando no quiero escribirme, me inflo a leer ajenamente, disfrutando igual o más. Estoy justamente en esa etapa, ¿alguien me sugiere títulos?
Charlé con él brevemente de su futura nueva película en la gala de entrega de premios del Notodofilmfest (¡fiasco, fiasco!) y él mismo alucinaría de que fuera su seguidora. Le he buscado y me he metido en su blog más que nada por curiosidad, pues su talante de guionista de humor siempre me ha dado mucha envidia.
Borja me gusta y no lo sabía. Que sus cortos y programas me hacían gracia, eso lo tenía claro. No lo conocía como cronista, ni como cronista de sí mismo, ni como cronista socioobservador. Somos de exactamente una década de diferencia y sin embargo observo puntos inquietantes de contacto (quién se debería inquietar más, no lo sé), como aquel sobre los achaques de la edad, que él aborda sin disimulo y hasta con regodeo y yo sin embargo procuro evitar o al menos, disimular en forma de síntomas de personajes de relato. Lo mejor de todo es que yo desde aquí y anónimamente puedo hacerle un poco la pelota gratuitamente, porque de todas (otras) maneras no se enteraría.
Además de lo que Borja mantiene accesible por la red, hay otros cuantos blogs a los que soy asidua, como los de Carolina Aguirre o el de Donato Cavallini. Ambos me producen una mezcla insoportable de deleite y envidia, que debido a mi mala educación poco laica puede incluso contener retazos de culpabilidad. Me ocurre que, cuando no quiero escribirme, me inflo a leer ajenamente, disfrutando igual o más. Estoy justamente en esa etapa, ¿alguien me sugiere títulos?